Bordadora de oficio: una dimensión de la identidad maya femenina
Lourdes Rejón Patrón
Introducción
Uno de los conceptos más utilizados para estudiar la relación entre la estructura social y la acción humana es el de identidad, sobre todo cuando se intenta explicar el cambio cultural ocasionado por fenómenos tan impactantes como el turismo donde participan las llamadas "sociedades tradicionales". Desde la perspectiva de la individualidad y de la colectividad la identidad se aprecia como un atributo de la persona, del actor social en el ámbito de la subjetividad y su formación es en todo caso un proceso social.
Con las transformaciones actuales de la sociedad yucateca los procesos culturales se tornan distintos sobre todo en los últimos veinte años en los que la industria turística ha sido causante de importantes cambios. Estas transformaciones se aprecian más que nada en las comunidades rurales cercanas a los sitios turísticos de mayor importancia como Chichén Itzá y Cancún, en el oriente yucateco.
Mediante una perspectiva de cambio cultural, se analiza el caso de un grupo de mujeres mayas bordadoras de hipiles en la zona oriental de Yucatán, con el objetivo de caracterizar el proceso de conformación de la identidad maya femenina asociada al trabajo artesanal. Se intenta destacar las prácticas colectivas e individuales que materializan esa identidad y la legitiman frente a un interlocutor que llama su atención en la estructura del mercado turístico de las artesanías.
Identidad y cambio cultural
Desde una visión dinámica del cambio, Bonfil habla de este tipo de identidades colectivas que surgen como resultado de procesos actuales cuyos efectos no dejan de ser demasiado evidentes "esos cambios se expresan en la constitución de grupos sociales nuevos cuyos miembros se identifican entre sí por el empleo de un conjunto de rasgos culturales a los cuales dan sentido propio, distinto del que pudieran tener en el contexto social en el que están inmersos. En este proceso se genera una nueva identidad cultural, vinculada a una subcultura emergente o bien a una cultura diferente que se adapta a una situación social distinta de la del grupo original"1 .
El aspecto colectivo de la identidad, que es objeto de este trabajo, se entiende como aquel fenómeno subjetivo e individual que se manifiesta de manera semejante en un conjunto de personas. Mediante un proceso de interacción social el sujeto es percibido y tratado principalmente como miembro de un determinado colectivo.2
Desde aquí, el individuo toma conciencia de que pertenece a una categoría social, se define diferente de otra y adopta determinados patrones de comportamiento transformando su identidad. "El sentimiento de pertenencia a un colectivo, señala Pérez-Agote, nos enfrenta a un horizonte de significación muy difuso que va desde la adscripción a una determinada división o categoría social, hasta la pertenencia a una categoría en sentido fuerte con la consecuencia de organizar la interacción con otros hombres y mujeres, en términos de identificación a tal colectivo".3
Es el caso de la diferencia entre ser mujer maya que incluye la actividad de bordar un hipil y ser artesana de oficio; en cuyo caso, la toma de conciencia tiene una significación no tan sólo individual, sino además colectiva. Sobre esta línea, el autor citado considera que "en general, todo atributo tanto de significación preferentemente individual como colectiva, organiza la interacción de un individuo con los otros; la ocultación y la no significatividad especial de un atributo concreto en una interacción concreta, es también una forma de estructurarla"4. En este sentido, señala nuevos campos de análisis tomando a la tensión y el conflicto como puntos de observación científica.
En la abundante literatura que existe sobre la noción de identidad permea una idea central que evidencia su carácter fluctuante, la identidad no es algo dado y permanente; se elige y construye a través de procesos complejos y de duración variable por sus integrantes o por instancias que la inducen; es moldeable se adapta y evoluciona como resultado de transformaciones internas o de influencias del contexto en que operan, puede erosionarse o perderse.5
En la identidad son importantes dos dimensiones, G. Giménez señala que ambas son necesarias para que se dé la identidad, constituyen las dos caras de una misma moneda. Por una parte está la autopercepción de un "nosotros" relativamente homogéneo y persistente en el tiempo en contraposición con los "otros" y por otra la exteriorización u objetivación de sus símbolos.
Ambas se complementan y refuerzan mutuamente.6. Como fenómeno procesal, la identidad se construye y reconstruye en el campo del conflicto y también en el de las solidaridades, siendo ambos parte fundamental de su evolución.
El oriente yucateco
Para comprender el impacto que ha causado el turismo en la cultura maya del oriente es importante tomar en cuenta que la estructura social de esta región tiene una población con patrones y formas de vida que le confieren un carácter étnico. Se trata de una "región intercultural, donde las diferencias étnicas ocupan un sitio de primera importancia en las relaciones económicas, sociales y políticas". 7 . En esta área, el desarrollo capitalista ha penetrado a la región bajo una de las maneras específicas que existen en la relación grupo étnico-nación; se trata de una transformación en el seno mismo de la comunidad y en la región intercultural, cambiando la situación de muchas maneras pero conservando también los rasgos coloniales del propio sistema8 .
También conocida como oriente maicero u oriente tradicional, esta zona es una de las regiones de Yucatán en la que se conservan muchos elementos antiguos de la cultura maya. La ausencia de grandes inversiones estatales y privadas en materia agrícola (a diferencia de otras regiones de Yucatán), aunada a su situación histórica de frontera étnica con la zona maya rebelde de la Guerra de Castas, le han conferido un cierto retraso en el proceso de modernización, contribuyendo a la afirmación de los aspectos más tradicionales de la cultura.
Parte de este fenómeno característico del oriente es la presencia de una diferencia étnica entre los habitantes del hinterland y el centro urbano, en donde coexisten dos mundos el catrín u occidental y el mundo indígena o mestizo como se le denomina localmente. Esta diferencia se refleja no sólo en el vestido y la lengua, sino también en las formas de vida9 . El espacio que comprende la región oriental, abarca diez municipios que tienen a la ciudad de Valladolid como centro regional. Es el maíz de milpa cultivo principal de ejidatarios, minifundistas y pequeños propietarios, que siembran para autoconsumo; combinando esta actividad con la apicultura, la ganadería, el cultivo de hortalizas en pequeña escala, la venta de fuerza de trabajo y la elaboración de artesanías turísticas para los mercados de Valladolid, Cancún, la costa caribeña, y Mérida. >10.
En las últimas dos décadas la región oriente de Yucatán se ha convertido en escenario de grandes transformaciones, donde los intercambios culturales provocados por la afluencia de turistas son parte de su vida cotidiana, sobre todo en las poblaciones que atraviesa la carretera Panamericana (Mérida-Cancún). La migración interregional y el incremento poblacional en las comunidades cercanas a los polos turísticos son fenómenos que han alcanzado gran importancia en esta región, por la creación en 1970, de un complejo turístico en la zona del Caribe donde confluyen grandes capitales nacionales y extranjeros. Los pobladores se han adaptado a esta nueva dinámica plasmada de contrastes, que resulta de su situación cercana a Chichén Itzá e intermedia entre Mérida y Cancún.
Una nueva generación de artesanos
El surgimiento de un mercado de artesanías como consecuencia de la industria turística es uno de los fenómenos más dinámicos y transformadores que han impactado la cultura local. De hecho, la producción de artesanías es la forma más común en que la población se relaciona con el turismo. Sin embargo, en el plano socioeconómico no puede afirmarse que los campesinos han abandonado el campo para ponerse a producir artesanías, puesto que la producción agrícola continúa siendo fundamental en la región oriente, ocupando al 70% de la PEA 11 La producción artesanal es sólo una fuente alternativa de empleo que se combina con la actividad agrícola; incluso las estadísticas señalan para la última década un ligero aumento del 1.27% en la producción agropecuaria a nivel regional. Tomando en cuenta lo anterior, podría pensarse que la derrama de recursos en materia turística ha beneficiado al sector, pero los efectos del turismo en este rubro se reflejan de manera diferente en cada municipio y con enómenos distintos en las comunidades. Actualmente, la elaboración de artesanías para el mercado turístico está localizada en la zona urbana de Valladolid y en unas cuantas comunidades de su entorno, pese a la promoción que el Estado ha realizado en los últimos veinte años.
Antes de 1970 y del turismo regional, existía en la región oriente un circuito comercial en torno a determinadas mercancías, ahora conocidas como turísticas. Me refiero especialmente a las hamacas y los hipiles bordados, que tienen gran demanda a nivel regional y nacional. Había también un contingente numeroso de artesanos vinculados a diferentes sistemas de intermediarismo y maquila a domicilio, dentro de los cuales eran los comerciantes quienes recibían las ganancias. Con el avance del turismo se amplía el mercado de dichos productos, para satisfacer la demanda de los nuevos consumidores turistas y sobre la base de la estructura comercial existente, se crea un sistema de producción de artesanías turísticas, cuya demanda y beneficios económicos hacen que este se difunda. Uno de los aspectos positivos que ha dejado el turismo es el rescate de algunos géneros artesanales que estaban a punto de extinguirse como el tallado de madera, de piedra, la alfarería y el tejido de bejuco. La producción de hamacas y el bordado de la llamada "ropa típica" son hasta ahora las artesanías de mayor demanda, tanto entre la población local como entre los consumidores turistas. De pronto aparece una nueva generación de artesanos que empieza a producir bajo normas distintas, empezando por los nuevos diseños y técnicas a utilizar, así como por los canales de comercialización12 . El estado, a través del INI, hace su aparición en 1973 mediante un programa de crédito y capacitación a bordadoras mayas. Con esto se dan las bases de una estructura comercial y política que mantiene corporativizados a un sector de los artesanos. Otro grupo mayoritario numéricamente opera exento del sistema estatal. En 1990 el Centro Coordinador del INI en Valladolid realizó un censo de comunidades productoras de artesanías, encontrando a 29 poblaciones involucradas en esta actividad. Nueve de ellas se ubican en un radio no mayor a 40 Km. de la zona urbana de Valladolid y se han integrado a los diferentes programas de desarrollo estatal 13 . Las otras veinte comunidades restantes se encuentran diseminadas en el hinterland de la zona bajo un sistema de producción donde los intermediarios juegan el papel fundamental. La dispersión geográfica de estas pequeñas comunidades, aunada a la producción intermitente y anónima de los productores hace imposible la realización de un censo de artesanos. Sin embargo, es posible registrar a aquellos que están agrupados en cooperativas las cuales suman12 organizaciones que aglutinan a 400 artesanos mayas del oriente14 . Por su parte, hay cinco dependencias estatales que implementan diferentes programas de apoyo a la producción15 . , y su injerencia lleva consigo una manera especial de concebir y dirigir la práctica artesanal. Existe una normatividad específica para adquirir los créditos, para relacionarse con los agentes de la dependencia en cuestión y para comportarse al interior del grupo. Todos estos aspectos se legitiman en prácticas ritualizadas que son aprendidas por los artesanos que desean ser sujeto de crédito, como por ejemplo el ritual de la asamblea, que constituye la existencia de una nueva cooperativa.
El impacto que ha causado este fenómeno en el sistema de significación de los productores es realmente transformador de su identidad social, misma que puede estudiarse en los procesos observados de su construcción y reconstrucción dentro de diversos niveles de acción: en la práctica productiva conjunta, en el ejercicio de sus derechos y obligaciones como artesanos de una cooperativa, en su nueva práctica política, en los conflictos internos y frente a los otros y en la vida cotidiana donde se resignifica este quehacer y se transmite a las siguientes generaciones de artesanos.
¿Bordadoras o artesanas?
Como he señalado, a partir de la presencia de un mercado de artesanías turísticas en la región se ha integrado un gran número de unidades familiares campesinas que se dedican a producir y comercializar dichos productos. En esta línea, la mujer maya también participa con la producción de hipiles y la llamada "ropa típica". Sin duda, el sujeto de estudio en este trabajo está constituido por las mujeres bordadoras de hipiles, que integran un universo amplio por definir. En Yucatán toda mujer maya sabe bordar un hipil, pero son unas cuantas las que se integran al mercado de las artesanías16 . Sin embargo, existen caminos distintos para efectuar esta integración y su efecto en la identidad de las mujeres varía a partir del contexto social en que se encuentra. El planteamiento central de este trabajo señala la existencia de una nueva dimensión de la identidad femenina maya a partir de su práctica productiva artesanal. Pero este proceso identitario presenta un horizonte de significación muy difuso. Una duda que surge desde los inicios de la investigación me ha llevado a establecer ciertas diferencias en el proceso. Esta cuestión parte de la observación de un dato concreto que me llamó profundamente la atención; el hecho de que en un mismo lugar y en un mismo ambiente productivo, unas mujeres se hacen llamar artesanas, otras se dicen bordadoras y algunas más se nombran en Lengua Maya, como x-cha'-chuy ku betik o mujer que agarra bordado para hacer. ¿Cuál es el significado de esta simple discrepancia de términos? ¿De dónde parte su contenido semántico?
En Yucatán, bordar y "agarrar bordado para hacer", son verbos que marcan una diferencia significativa entre la acción de producir para autoconsumo familiar y producir para otros (la vecina, la intermediaria, la catrina, la turista). La mujer maya "agarra bordado para hacer", "agarra lavado ajeno", "agarra costura", cuando su trabajo pertenece a otros, es decir, cuando el trabajo que realiza en casa pertenece a otros. Para la mujer maya de Valladolid, la palabra artesana marca la diferencia entre ser o no ser miembro integrante de una cooperativa de producción. Es decir, señala la pertenencia a una comunidad laboral excluyente, de manera que no todas las bordadoras "agarran bordado para hacer", ni todas ellas son artesanas; por lo que será necesario un deslinde de situaciones concretas en las que se encuentran las bordadoras del oriente.
Con la finalidad de estructurar una manera de entender la realidad tan diversa en que se manifiesta el proceso de integración de la mujer maya al mercado turístico de las artesanías, he establecido una tipología abstracta de modelos productivos sobre los que se presenta el trabajo artesanal de las bordadoras de hipiles en la región oriente de Yucatán. Sobre la base de estos modelos me he planteado la existencia de dimensiones distintas en la identidad de la bordadora. No es mi intención aquí caracterizar dichos modelos, pero en términos generales se plantean dos sistemas distintos de producción de artesanías de ropa bordada en la región. En uno de ellos, el estado tiene una participación activa tanto en la producción como en la comercialización; mientras que en el otro los comerciantes e intermediarios dirigen todo el proceso. Elegí a tres municipios de la región (Valladolid, Temozón y Chemax) para realizar en cada uno, estudios de caso sobre las formas que adopta el proceso de construcción de una identidad maya femenina asociada al trabajo de bordar un hipil.
Tres dimensiones de la identidad artesanal
Producir para consumidores turistas ha significado una experiencia nueva para los artesanos de la región. Como se ha mencionado, incluye la adquisición de un conocimiento de los gustos de personas que son culturalmente diferentes a ellos. No es lo mismo producir un hipil para una catrina yucateca que para una turista. En el caso de las bordadoras, hablo de una tipología de tres niveles distintos en el proceso que conforma la identidad de la mujer maya asociada al trabajo artesanal:
- La identidad de la bordadora.
- La identidad de la bordadora de oficio, x-ch'achuy.
- La identidad de la artesana.
Estos son solo tipos ideales que expresan una tendencia general del proceso de identidad entre las bordadoras. En el nivel de la concreción estos se encuentran mezclados o inacabados en la mayoría de las mujeres estudiadas. Los estudios de caso reflejan los ejemplos más cercanos al perfil presentado.
La identidad de la bordadora
Se refiere a un proceso de significación que forma parte de los valores y las prácticas que se relacionan con "ser mujer maya" en el contexto de lo cotidiano. Una dimensión de la identidad que no tiene un referente colectivo más allá de una simple aceptación o toma de conciencia respecto de la categoría de "ser mujer maya" que sabe bordar sus propios hipiles. Existe en lasmujeres mayas una aceptación inconsciente sobre la necesidad de saber bordar, misma que ha sido inculcada desde muchas generaciones atrás y resguardada por una cosmovisión mitológica en torno a esta práctica femenina.
Una informante decía lo siguiente: "yo aprendí a bordar ese xoc-chuy (punto de cruz). Mi abuelita me enseñó, ella me decía que siempre es bueno saberlo, porque cuando uno se muere y llega al cielo le preguntan a uno ¿qué es lo que sabes hacer? y si no aprendiste, entonces, ¿qué vas a contestar?".
La identidad de la bordadora de oficio (X-ch'achuy)
Hace referencia a un proceso ideológico formado a partir de su práctica productiva en la cual la mujer obtiene un beneficio económico, e incluye un referente colectivo que no conduce su acción a la tarea de planear u organizar su relación con los otros. La bordadora de oficio está consciente de un principio de exclusión sobre su actividad. En primer lugar sabe que es diferente de las demás mujeres que bordan para autoconsumo, porque su práctica requiere un conocimiento profundo del proceso productivo. Se trata de una carrera profesional que incluye un perfeccionamiento en la técnica y la calidad de los acabados, aprendidos por etapas a lo largo de su relación con la intermediaria, la comerciante y la consumidora.
También sabe que hay un grupo de mujeres en su comunidad y en otras comunidades que son como ella; cuya labor implica un sacrificio físico traducido en horas de trabajo para lograr esa combinación entre los deberes profesionales y los deberes del hogar sin "abandonar su casa".
Esto le causa un orgullo personal reconocido por la familia y la comunidad. Todos saben que ella es "muy trabajadora" porque cumple con sus entregas y "su quehacer" del hogar. Narra con orgullo la historia de sus avances en el conocimiento de su oficio, de su manejo total del proceso productivo y muchas veces de su papel como maestra, en la comunidad, sobre la práctica de bordar un hipil.
La bordadora de oficio está consciente del papel que juega en el proceso productivo, que su trabajo no le pertenece, que borda para personas que no conoce, ni sabe quien va a usar los hipiles que hace. Su dedicación al trabajo le impide realizar la comercialización directa, dependiendo de los contratos que establece con la intermediaria.
La identidad de la bordadora de oficio xch'a chuy es difusa entre la mayoría de las mujeres porque sólo algunas, las más antiguas, manejan el oficio completo. Todas aprenden su profesión por etapas. Una vez que la madre les ha enseñado las técnicas de bordado, se emplean con la intermediaria que reparte maquila en la comunidad. Son "pintadoras" cuando se especializan en el primer paso del proceso de trabajo consistente en el trazo de los motivos del hipil sobre la tela. "Agarran costura", es decir, bordan un hipil completo bajo la dirección de la intermediaria o bordan tiras de tela que sirven para la confección de vestidos "típicos". Se pueden especializar también siendo "armadoras" en la práctica de armar un terno (vestido ritual maya).
Las bordadoras más experimentadas y antiguas en el oficio de bordar para otros ya conocen el manejo total del proceso productivo, incluyendo un aprendizaje sobre los gustos de los consumidores catrines y turistas. Las intermediarias establecen un trato especial con ellas pues son pocas las mujeres que alcanzan este conocimiento y continúan produciendo. Gran parte de las bordadoras de oficio son jóvenes que se integran al trabajo y luego se retiran cuando se casan o son jóvenes casadas que están iniciando su aprendizaje.
Muchas de estas bordadoras antiguas, que han trabajado para los comerciantes de Valladolid y que tienen cierta capacidad de ahorro, se han convertido en intermediarias ya que para dirigir la producción es necesario conocerla a profundidad. A este saber, la intermediaria debe adquirir el conocimiento del mercado que se relaciona con las "temporadas de venta", lugares de mercado, contactos personales con comerciantes y consumidores potenciales, la demanda o "ramo de trabajo" y la manera de contratar fuerza de trabajo; pues como dice una de ellas, doña Chabelita Kinil: "Es difícil conseguir bordadoras fijas porque se casan o se van a la milpa".
La identidad de la artesana
Se refiere a una forma de identidad resultante de la voluntad del Estado por generaragrupaciones específicas y que ha alcanzado una concreción en lo real, es decir, ha generado sentimientos de pertenencia y exclusión entre las mujeres, formas de agrupación y apropiación de espacios fuera del hogar considerados ahora como "el ámbito de su acción", situaciones de conflicto y solidaridades compartidas. En el oriente de Yucatán se han hecho llamar "artesanas" aquellas mujeres bordadoras inscritas en las cooperativas de producción artesanal, legítimamente registradas ante alguna dependencia estatal.
El interlocutor más importante para las artesanas es el Estado, tanto en su expresión política como en la económica, representada por las instituciones de crédito. Los comerciantes son también parte importante de su diálogo como artesanas. Frente al resto de la sociedad las artesanas adoptan otro tipo de perspectiva identitaria de acuerdo al contexto (para los consumidores son simplemente bordadoras, para los otros son mujer, madre, abuela, etc.).
Algunos elementos que caracterizan la identidad de la artesana son:
- Un conjunto de valores sobre el "ser artesana" adquiridos inicialmente mediante un proceso de asignación implementado por el Estado, transmitidos a las nuevas generaciones de artesanas y reinterpretados de acuerdo con la evolución de la estructura del mercado de las artesanías en la región.
- Un proceso permanente de construcción y reconstrucción de la identidad de la artesana desde las siguientes instancias:
a) La participación común en prácticas relacionadas con la producción cargadas de un sentimiento de solidaridad por familias ampliadas.
b) La presencia continua de pugnas al interior de las cooperativas, relacionadas con la distribución de los créditos.
c)Conflictos permanentes con los comerciantes privados por su presencia ambulante en los sitios de mercado dominados por dichos comerciantes. d) Una actitud consecuente pero negociadora frente a la política de desarrollo estatal con relación al fomento de las artesanías.
e) El desarrollo de un saber político particular de la artesana, que le permite reproducirse como grupo de poder dentro de la estructura de poder regional y dentro de la comunidad.
Conclusiones
Como proyecto de desarrollo el turismo no sólo ha transformado la estructura de la sociedad maya del oriente sino también la cultura y los procesos de significación de la realidad de los pobladores. Son básicamente dos los procesos estructurales del fenómeno turístico en la región que han dado lugar al surgimiento de una nueva identidad colectiva en la mujer maya de Valladolid: La existencia de nueva práctica productiva asociada al trabajo artesanal a la cual se integra la mujer maya y la política corporativista del estado en esta materia. Sin embargo este proceso identitario no se encuentra suficientemente articulado en todos los casos analizados porque los factores condicionantes o constitutivos de la identidad están determinados por varios elementos, dando lugar a niveles o grados de identidad no homogéneos entre las bordadoras del oriente.
La identidad grupal entre las mujeres mayas que se dedican a bordar hipiles para vender surgió y se alimentó del sustrato étnico, económico, político, desde diferentes etapas históricas del mercado de las artesanías turísticas en la región, sin olvidar que previo a éste ya existía un intercambio comercial de hipiles bordados a nivel local, sobre el cual montó su estructura el turismo. En el caso que se observa, hay una transformación de los procesos identitarios de las bordadoras de oficio dando lugar a una nueva dimensión de esta identidad social. Son las instituciones encargadas del fomento artesanal quienes han transmitido a las productoras un significado especial sobre la manera de "ser artesano", apoyándose en un conjunto de normas que ordenan esta práctica productiva de acuerdo con la lógica de la estructura administrativa estatal.
La existencia de una identidad de la artesana se sustenta en la observación de fenómenos que en la acción social refieren un espacio específico en la conciencia de las mujeres bordadoras de oficio. En este sentido, el proceso identitario de la artesana es un fenómeno asignado por su principal interlocutor (el Estado), pero resemantizado por las mujeres quienes admiten positivamente esta identidad social en tanto les confiere un rol que favorece su ascenso social en la comunidad y la familia campesina. La identidad de la artesana se construye permanentemente en el campo del conflicto y la tensión con los comerciantes privados, el Estado y el resto de los artesanos. Es en la práctica particular donde se objetiva y se reproduce esta "manera de ser artesano" en las generaciones futuras.
Antropóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México
Investigadora del Centro INAH, Yucatán.
Este artículo se publicó en: Ramírez, Luis Alfonso (editor) Género y cambio social en Yucatán. Tratados y Memorias de Investigación de la Unidad de Ciencias Sociales No.2. Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 1995. Regresar
Introducción
Uno de los conceptos más utilizados para estudiar la relación entre la estructura social y la acción humana es el de identidad, sobre todo cuando se intenta explicar el cambio cultural ocasionado por fenómenos tan impactantes como el turismo donde participan las llamadas "sociedades tradicionales". Desde la perspectiva de la individualidad y de la colectividad la identidad se aprecia como un atributo de la persona, del actor social en el ámbito de la subjetividad y su formación es en todo caso un proceso social.
Con las transformaciones actuales de la sociedad yucateca los procesos culturales se tornan distintos sobre todo en los últimos veinte años en los que la industria turística ha sido causante de importantes cambios. Estas transformaciones se aprecian más que nada en las comunidades rurales cercanas a los sitios turísticos de mayor importancia como Chichén Itzá y Cancún, en el oriente yucateco.
Mediante una perspectiva de cambio cultural, se analiza el caso de un grupo de mujeres mayas bordadoras de hipiles en la zona oriental de Yucatán, con el objetivo de caracterizar el proceso de conformación de la identidad maya femenina asociada al trabajo artesanal. Se intenta destacar las prácticas colectivas e individuales que materializan esa identidad y la legitiman frente a un interlocutor que llama su atención en la estructura del mercado turístico de las artesanías.
Identidad y cambio cultural
Desde una visión dinámica del cambio, Bonfil habla de este tipo de identidades colectivas que surgen como resultado de procesos actuales cuyos efectos no dejan de ser demasiado evidentes "esos cambios se expresan en la constitución de grupos sociales nuevos cuyos miembros se identifican entre sí por el empleo de un conjunto de rasgos culturales a los cuales dan sentido propio, distinto del que pudieran tener en el contexto social en el que están inmersos. En este proceso se genera una nueva identidad cultural, vinculada a una subcultura emergente o bien a una cultura diferente que se adapta a una situación social distinta de la del grupo original"1 .
El aspecto colectivo de la identidad, que es objeto de este trabajo, se entiende como aquel fenómeno subjetivo e individual que se manifiesta de manera semejante en un conjunto de personas. Mediante un proceso de interacción social el sujeto es percibido y tratado principalmente como miembro de un determinado colectivo.2
Desde aquí, el individuo toma conciencia de que pertenece a una categoría social, se define diferente de otra y adopta determinados patrones de comportamiento transformando su identidad. "El sentimiento de pertenencia a un colectivo, señala Pérez-Agote, nos enfrenta a un horizonte de significación muy difuso que va desde la adscripción a una determinada división o categoría social, hasta la pertenencia a una categoría en sentido fuerte con la consecuencia de organizar la interacción con otros hombres y mujeres, en términos de identificación a tal colectivo".3
Es el caso de la diferencia entre ser mujer maya que incluye la actividad de bordar un hipil y ser artesana de oficio; en cuyo caso, la toma de conciencia tiene una significación no tan sólo individual, sino además colectiva. Sobre esta línea, el autor citado considera que "en general, todo atributo tanto de significación preferentemente individual como colectiva, organiza la interacción de un individuo con los otros; la ocultación y la no significatividad especial de un atributo concreto en una interacción concreta, es también una forma de estructurarla"4. En este sentido, señala nuevos campos de análisis tomando a la tensión y el conflicto como puntos de observación científica.
En la abundante literatura que existe sobre la noción de identidad permea una idea central que evidencia su carácter fluctuante, la identidad no es algo dado y permanente; se elige y construye a través de procesos complejos y de duración variable por sus integrantes o por instancias que la inducen; es moldeable se adapta y evoluciona como resultado de transformaciones internas o de influencias del contexto en que operan, puede erosionarse o perderse.5
En la identidad son importantes dos dimensiones, G. Giménez señala que ambas son necesarias para que se dé la identidad, constituyen las dos caras de una misma moneda. Por una parte está la autopercepción de un "nosotros" relativamente homogéneo y persistente en el tiempo en contraposición con los "otros" y por otra la exteriorización u objetivación de sus símbolos.
Ambas se complementan y refuerzan mutuamente.6. Como fenómeno procesal, la identidad se construye y reconstruye en el campo del conflicto y también en el de las solidaridades, siendo ambos parte fundamental de su evolución.
El oriente yucateco
Para comprender el impacto que ha causado el turismo en la cultura maya del oriente es importante tomar en cuenta que la estructura social de esta región tiene una población con patrones y formas de vida que le confieren un carácter étnico. Se trata de una "región intercultural, donde las diferencias étnicas ocupan un sitio de primera importancia en las relaciones económicas, sociales y políticas". 7 . En esta área, el desarrollo capitalista ha penetrado a la región bajo una de las maneras específicas que existen en la relación grupo étnico-nación; se trata de una transformación en el seno mismo de la comunidad y en la región intercultural, cambiando la situación de muchas maneras pero conservando también los rasgos coloniales del propio sistema8 .
También conocida como oriente maicero u oriente tradicional, esta zona es una de las regiones de Yucatán en la que se conservan muchos elementos antiguos de la cultura maya. La ausencia de grandes inversiones estatales y privadas en materia agrícola (a diferencia de otras regiones de Yucatán), aunada a su situación histórica de frontera étnica con la zona maya rebelde de la Guerra de Castas, le han conferido un cierto retraso en el proceso de modernización, contribuyendo a la afirmación de los aspectos más tradicionales de la cultura.
Parte de este fenómeno característico del oriente es la presencia de una diferencia étnica entre los habitantes del hinterland y el centro urbano, en donde coexisten dos mundos el catrín u occidental y el mundo indígena o mestizo como se le denomina localmente. Esta diferencia se refleja no sólo en el vestido y la lengua, sino también en las formas de vida9 . El espacio que comprende la región oriental, abarca diez municipios que tienen a la ciudad de Valladolid como centro regional. Es el maíz de milpa cultivo principal de ejidatarios, minifundistas y pequeños propietarios, que siembran para autoconsumo; combinando esta actividad con la apicultura, la ganadería, el cultivo de hortalizas en pequeña escala, la venta de fuerza de trabajo y la elaboración de artesanías turísticas para los mercados de Valladolid, Cancún, la costa caribeña, y Mérida. >10.
En las últimas dos décadas la región oriente de Yucatán se ha convertido en escenario de grandes transformaciones, donde los intercambios culturales provocados por la afluencia de turistas son parte de su vida cotidiana, sobre todo en las poblaciones que atraviesa la carretera Panamericana (Mérida-Cancún). La migración interregional y el incremento poblacional en las comunidades cercanas a los polos turísticos son fenómenos que han alcanzado gran importancia en esta región, por la creación en 1970, de un complejo turístico en la zona del Caribe donde confluyen grandes capitales nacionales y extranjeros. Los pobladores se han adaptado a esta nueva dinámica plasmada de contrastes, que resulta de su situación cercana a Chichén Itzá e intermedia entre Mérida y Cancún.
Una nueva generación de artesanos
El surgimiento de un mercado de artesanías como consecuencia de la industria turística es uno de los fenómenos más dinámicos y transformadores que han impactado la cultura local. De hecho, la producción de artesanías es la forma más común en que la población se relaciona con el turismo. Sin embargo, en el plano socioeconómico no puede afirmarse que los campesinos han abandonado el campo para ponerse a producir artesanías, puesto que la producción agrícola continúa siendo fundamental en la región oriente, ocupando al 70% de la PEA 11 La producción artesanal es sólo una fuente alternativa de empleo que se combina con la actividad agrícola; incluso las estadísticas señalan para la última década un ligero aumento del 1.27% en la producción agropecuaria a nivel regional. Tomando en cuenta lo anterior, podría pensarse que la derrama de recursos en materia turística ha beneficiado al sector, pero los efectos del turismo en este rubro se reflejan de manera diferente en cada municipio y con enómenos distintos en las comunidades. Actualmente, la elaboración de artesanías para el mercado turístico está localizada en la zona urbana de Valladolid y en unas cuantas comunidades de su entorno, pese a la promoción que el Estado ha realizado en los últimos veinte años.
Antes de 1970 y del turismo regional, existía en la región oriente un circuito comercial en torno a determinadas mercancías, ahora conocidas como turísticas. Me refiero especialmente a las hamacas y los hipiles bordados, que tienen gran demanda a nivel regional y nacional. Había también un contingente numeroso de artesanos vinculados a diferentes sistemas de intermediarismo y maquila a domicilio, dentro de los cuales eran los comerciantes quienes recibían las ganancias. Con el avance del turismo se amplía el mercado de dichos productos, para satisfacer la demanda de los nuevos consumidores turistas y sobre la base de la estructura comercial existente, se crea un sistema de producción de artesanías turísticas, cuya demanda y beneficios económicos hacen que este se difunda. Uno de los aspectos positivos que ha dejado el turismo es el rescate de algunos géneros artesanales que estaban a punto de extinguirse como el tallado de madera, de piedra, la alfarería y el tejido de bejuco. La producción de hamacas y el bordado de la llamada "ropa típica" son hasta ahora las artesanías de mayor demanda, tanto entre la población local como entre los consumidores turistas. De pronto aparece una nueva generación de artesanos que empieza a producir bajo normas distintas, empezando por los nuevos diseños y técnicas a utilizar, así como por los canales de comercialización12 . El estado, a través del INI, hace su aparición en 1973 mediante un programa de crédito y capacitación a bordadoras mayas. Con esto se dan las bases de una estructura comercial y política que mantiene corporativizados a un sector de los artesanos. Otro grupo mayoritario numéricamente opera exento del sistema estatal. En 1990 el Centro Coordinador del INI en Valladolid realizó un censo de comunidades productoras de artesanías, encontrando a 29 poblaciones involucradas en esta actividad. Nueve de ellas se ubican en un radio no mayor a 40 Km. de la zona urbana de Valladolid y se han integrado a los diferentes programas de desarrollo estatal 13 . Las otras veinte comunidades restantes se encuentran diseminadas en el hinterland de la zona bajo un sistema de producción donde los intermediarios juegan el papel fundamental. La dispersión geográfica de estas pequeñas comunidades, aunada a la producción intermitente y anónima de los productores hace imposible la realización de un censo de artesanos. Sin embargo, es posible registrar a aquellos que están agrupados en cooperativas las cuales suman12 organizaciones que aglutinan a 400 artesanos mayas del oriente14 . Por su parte, hay cinco dependencias estatales que implementan diferentes programas de apoyo a la producción15 . , y su injerencia lleva consigo una manera especial de concebir y dirigir la práctica artesanal. Existe una normatividad específica para adquirir los créditos, para relacionarse con los agentes de la dependencia en cuestión y para comportarse al interior del grupo. Todos estos aspectos se legitiman en prácticas ritualizadas que son aprendidas por los artesanos que desean ser sujeto de crédito, como por ejemplo el ritual de la asamblea, que constituye la existencia de una nueva cooperativa.
El impacto que ha causado este fenómeno en el sistema de significación de los productores es realmente transformador de su identidad social, misma que puede estudiarse en los procesos observados de su construcción y reconstrucción dentro de diversos niveles de acción: en la práctica productiva conjunta, en el ejercicio de sus derechos y obligaciones como artesanos de una cooperativa, en su nueva práctica política, en los conflictos internos y frente a los otros y en la vida cotidiana donde se resignifica este quehacer y se transmite a las siguientes generaciones de artesanos.
¿Bordadoras o artesanas?
Como he señalado, a partir de la presencia de un mercado de artesanías turísticas en la región se ha integrado un gran número de unidades familiares campesinas que se dedican a producir y comercializar dichos productos. En esta línea, la mujer maya también participa con la producción de hipiles y la llamada "ropa típica". Sin duda, el sujeto de estudio en este trabajo está constituido por las mujeres bordadoras de hipiles, que integran un universo amplio por definir. En Yucatán toda mujer maya sabe bordar un hipil, pero son unas cuantas las que se integran al mercado de las artesanías16 . Sin embargo, existen caminos distintos para efectuar esta integración y su efecto en la identidad de las mujeres varía a partir del contexto social en que se encuentra. El planteamiento central de este trabajo señala la existencia de una nueva dimensión de la identidad femenina maya a partir de su práctica productiva artesanal. Pero este proceso identitario presenta un horizonte de significación muy difuso. Una duda que surge desde los inicios de la investigación me ha llevado a establecer ciertas diferencias en el proceso. Esta cuestión parte de la observación de un dato concreto que me llamó profundamente la atención; el hecho de que en un mismo lugar y en un mismo ambiente productivo, unas mujeres se hacen llamar artesanas, otras se dicen bordadoras y algunas más se nombran en Lengua Maya, como x-cha'-chuy ku betik o mujer que agarra bordado para hacer. ¿Cuál es el significado de esta simple discrepancia de términos? ¿De dónde parte su contenido semántico?
En Yucatán, bordar y "agarrar bordado para hacer", son verbos que marcan una diferencia significativa entre la acción de producir para autoconsumo familiar y producir para otros (la vecina, la intermediaria, la catrina, la turista). La mujer maya "agarra bordado para hacer", "agarra lavado ajeno", "agarra costura", cuando su trabajo pertenece a otros, es decir, cuando el trabajo que realiza en casa pertenece a otros. Para la mujer maya de Valladolid, la palabra artesana marca la diferencia entre ser o no ser miembro integrante de una cooperativa de producción. Es decir, señala la pertenencia a una comunidad laboral excluyente, de manera que no todas las bordadoras "agarran bordado para hacer", ni todas ellas son artesanas; por lo que será necesario un deslinde de situaciones concretas en las que se encuentran las bordadoras del oriente.
Con la finalidad de estructurar una manera de entender la realidad tan diversa en que se manifiesta el proceso de integración de la mujer maya al mercado turístico de las artesanías, he establecido una tipología abstracta de modelos productivos sobre los que se presenta el trabajo artesanal de las bordadoras de hipiles en la región oriente de Yucatán. Sobre la base de estos modelos me he planteado la existencia de dimensiones distintas en la identidad de la bordadora. No es mi intención aquí caracterizar dichos modelos, pero en términos generales se plantean dos sistemas distintos de producción de artesanías de ropa bordada en la región. En uno de ellos, el estado tiene una participación activa tanto en la producción como en la comercialización; mientras que en el otro los comerciantes e intermediarios dirigen todo el proceso. Elegí a tres municipios de la región (Valladolid, Temozón y Chemax) para realizar en cada uno, estudios de caso sobre las formas que adopta el proceso de construcción de una identidad maya femenina asociada al trabajo de bordar un hipil.
Tres dimensiones de la identidad artesanal
Producir para consumidores turistas ha significado una experiencia nueva para los artesanos de la región. Como se ha mencionado, incluye la adquisición de un conocimiento de los gustos de personas que son culturalmente diferentes a ellos. No es lo mismo producir un hipil para una catrina yucateca que para una turista. En el caso de las bordadoras, hablo de una tipología de tres niveles distintos en el proceso que conforma la identidad de la mujer maya asociada al trabajo artesanal:
- La identidad de la bordadora.
- La identidad de la bordadora de oficio, x-ch'achuy.
- La identidad de la artesana.
Estos son solo tipos ideales que expresan una tendencia general del proceso de identidad entre las bordadoras. En el nivel de la concreción estos se encuentran mezclados o inacabados en la mayoría de las mujeres estudiadas. Los estudios de caso reflejan los ejemplos más cercanos al perfil presentado.
La identidad de la bordadora
Se refiere a un proceso de significación que forma parte de los valores y las prácticas que se relacionan con "ser mujer maya" en el contexto de lo cotidiano. Una dimensión de la identidad que no tiene un referente colectivo más allá de una simple aceptación o toma de conciencia respecto de la categoría de "ser mujer maya" que sabe bordar sus propios hipiles. Existe en lasmujeres mayas una aceptación inconsciente sobre la necesidad de saber bordar, misma que ha sido inculcada desde muchas generaciones atrás y resguardada por una cosmovisión mitológica en torno a esta práctica femenina.
Una informante decía lo siguiente: "yo aprendí a bordar ese xoc-chuy (punto de cruz). Mi abuelita me enseñó, ella me decía que siempre es bueno saberlo, porque cuando uno se muere y llega al cielo le preguntan a uno ¿qué es lo que sabes hacer? y si no aprendiste, entonces, ¿qué vas a contestar?".
La identidad de la bordadora de oficio (X-ch'achuy)
Hace referencia a un proceso ideológico formado a partir de su práctica productiva en la cual la mujer obtiene un beneficio económico, e incluye un referente colectivo que no conduce su acción a la tarea de planear u organizar su relación con los otros. La bordadora de oficio está consciente de un principio de exclusión sobre su actividad. En primer lugar sabe que es diferente de las demás mujeres que bordan para autoconsumo, porque su práctica requiere un conocimiento profundo del proceso productivo. Se trata de una carrera profesional que incluye un perfeccionamiento en la técnica y la calidad de los acabados, aprendidos por etapas a lo largo de su relación con la intermediaria, la comerciante y la consumidora.
También sabe que hay un grupo de mujeres en su comunidad y en otras comunidades que son como ella; cuya labor implica un sacrificio físico traducido en horas de trabajo para lograr esa combinación entre los deberes profesionales y los deberes del hogar sin "abandonar su casa".
Esto le causa un orgullo personal reconocido por la familia y la comunidad. Todos saben que ella es "muy trabajadora" porque cumple con sus entregas y "su quehacer" del hogar. Narra con orgullo la historia de sus avances en el conocimiento de su oficio, de su manejo total del proceso productivo y muchas veces de su papel como maestra, en la comunidad, sobre la práctica de bordar un hipil.
La bordadora de oficio está consciente del papel que juega en el proceso productivo, que su trabajo no le pertenece, que borda para personas que no conoce, ni sabe quien va a usar los hipiles que hace. Su dedicación al trabajo le impide realizar la comercialización directa, dependiendo de los contratos que establece con la intermediaria.
La identidad de la bordadora de oficio xch'a chuy es difusa entre la mayoría de las mujeres porque sólo algunas, las más antiguas, manejan el oficio completo. Todas aprenden su profesión por etapas. Una vez que la madre les ha enseñado las técnicas de bordado, se emplean con la intermediaria que reparte maquila en la comunidad. Son "pintadoras" cuando se especializan en el primer paso del proceso de trabajo consistente en el trazo de los motivos del hipil sobre la tela. "Agarran costura", es decir, bordan un hipil completo bajo la dirección de la intermediaria o bordan tiras de tela que sirven para la confección de vestidos "típicos". Se pueden especializar también siendo "armadoras" en la práctica de armar un terno (vestido ritual maya).
Las bordadoras más experimentadas y antiguas en el oficio de bordar para otros ya conocen el manejo total del proceso productivo, incluyendo un aprendizaje sobre los gustos de los consumidores catrines y turistas. Las intermediarias establecen un trato especial con ellas pues son pocas las mujeres que alcanzan este conocimiento y continúan produciendo. Gran parte de las bordadoras de oficio son jóvenes que se integran al trabajo y luego se retiran cuando se casan o son jóvenes casadas que están iniciando su aprendizaje.
Muchas de estas bordadoras antiguas, que han trabajado para los comerciantes de Valladolid y que tienen cierta capacidad de ahorro, se han convertido en intermediarias ya que para dirigir la producción es necesario conocerla a profundidad. A este saber, la intermediaria debe adquirir el conocimiento del mercado que se relaciona con las "temporadas de venta", lugares de mercado, contactos personales con comerciantes y consumidores potenciales, la demanda o "ramo de trabajo" y la manera de contratar fuerza de trabajo; pues como dice una de ellas, doña Chabelita Kinil: "Es difícil conseguir bordadoras fijas porque se casan o se van a la milpa".
La identidad de la artesana
Se refiere a una forma de identidad resultante de la voluntad del Estado por generaragrupaciones específicas y que ha alcanzado una concreción en lo real, es decir, ha generado sentimientos de pertenencia y exclusión entre las mujeres, formas de agrupación y apropiación de espacios fuera del hogar considerados ahora como "el ámbito de su acción", situaciones de conflicto y solidaridades compartidas. En el oriente de Yucatán se han hecho llamar "artesanas" aquellas mujeres bordadoras inscritas en las cooperativas de producción artesanal, legítimamente registradas ante alguna dependencia estatal.
El interlocutor más importante para las artesanas es el Estado, tanto en su expresión política como en la económica, representada por las instituciones de crédito. Los comerciantes son también parte importante de su diálogo como artesanas. Frente al resto de la sociedad las artesanas adoptan otro tipo de perspectiva identitaria de acuerdo al contexto (para los consumidores son simplemente bordadoras, para los otros son mujer, madre, abuela, etc.).
Algunos elementos que caracterizan la identidad de la artesana son:
- Un conjunto de valores sobre el "ser artesana" adquiridos inicialmente mediante un proceso de asignación implementado por el Estado, transmitidos a las nuevas generaciones de artesanas y reinterpretados de acuerdo con la evolución de la estructura del mercado de las artesanías en la región.
- Un proceso permanente de construcción y reconstrucción de la identidad de la artesana desde las siguientes instancias:
a) La participación común en prácticas relacionadas con la producción cargadas de un sentimiento de solidaridad por familias ampliadas.
b) La presencia continua de pugnas al interior de las cooperativas, relacionadas con la distribución de los créditos.
c)Conflictos permanentes con los comerciantes privados por su presencia ambulante en los sitios de mercado dominados por dichos comerciantes. d) Una actitud consecuente pero negociadora frente a la política de desarrollo estatal con relación al fomento de las artesanías.
e) El desarrollo de un saber político particular de la artesana, que le permite reproducirse como grupo de poder dentro de la estructura de poder regional y dentro de la comunidad.
Conclusiones
Como proyecto de desarrollo el turismo no sólo ha transformado la estructura de la sociedad maya del oriente sino también la cultura y los procesos de significación de la realidad de los pobladores. Son básicamente dos los procesos estructurales del fenómeno turístico en la región que han dado lugar al surgimiento de una nueva identidad colectiva en la mujer maya de Valladolid: La existencia de nueva práctica productiva asociada al trabajo artesanal a la cual se integra la mujer maya y la política corporativista del estado en esta materia. Sin embargo este proceso identitario no se encuentra suficientemente articulado en todos los casos analizados porque los factores condicionantes o constitutivos de la identidad están determinados por varios elementos, dando lugar a niveles o grados de identidad no homogéneos entre las bordadoras del oriente.
La identidad grupal entre las mujeres mayas que se dedican a bordar hipiles para vender surgió y se alimentó del sustrato étnico, económico, político, desde diferentes etapas históricas del mercado de las artesanías turísticas en la región, sin olvidar que previo a éste ya existía un intercambio comercial de hipiles bordados a nivel local, sobre el cual montó su estructura el turismo. En el caso que se observa, hay una transformación de los procesos identitarios de las bordadoras de oficio dando lugar a una nueva dimensión de esta identidad social. Son las instituciones encargadas del fomento artesanal quienes han transmitido a las productoras un significado especial sobre la manera de "ser artesano", apoyándose en un conjunto de normas que ordenan esta práctica productiva de acuerdo con la lógica de la estructura administrativa estatal.
La existencia de una identidad de la artesana se sustenta en la observación de fenómenos que en la acción social refieren un espacio específico en la conciencia de las mujeres bordadoras de oficio. En este sentido, el proceso identitario de la artesana es un fenómeno asignado por su principal interlocutor (el Estado), pero resemantizado por las mujeres quienes admiten positivamente esta identidad social en tanto les confiere un rol que favorece su ascenso social en la comunidad y la familia campesina. La identidad de la artesana se construye permanentemente en el campo del conflicto y la tensión con los comerciantes privados, el Estado y el resto de los artesanos. Es en la práctica particular donde se objetiva y se reproduce esta "manera de ser artesano" en las generaciones futuras.
Antropóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México
Investigadora del Centro INAH, Yucatán.
Este artículo se publicó en: Ramírez, Luis Alfonso (editor) Género y cambio social en Yucatán. Tratados y Memorias de Investigación de la Unidad de Ciencias Sociales No.2. Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, 1995. Regresar
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