jueves, 23 de abril de 2015

BUCEANDO EL INFRAMUNDO MAYA

BUCEANDO EL INFRAMUNDO MAYA



Por Kristin Romey, tal como apareció en la revista Archaeology Magazine. (Mayo Junio de2004).
TRADUCCION DE GUILLERMO DE ANDA


Una soleada mañana de invierno, en una remota zona de la selva del Estado de Yucatán, me encontraba parada en la boca de Xibalba, el inframundo maya con el agua a la altura de mis rodillas, y acomodándome impacientemente el traje de buceo al mismo tiempo que hacia un detenido escaneo de las cristalinas aguas del cenote en busca de señales de mi guía, Guillermo “Memo de Anda” quien se encontraba en alguna parte bajo el agua haciendo un rápido chequeo de las condiciones del sitio. Al mismo tiempo me mantenía alerta en busca de señas del cocodrilo acerca del cual nos habían advertido las autoridades de la Secretaria de Ecología estatal cuando supieron que intentaríamos bucear en este lugar.  Pensaban que se trataba de un animal de solo metro y medio o dos metros aunque nos comentaron que no podían estar seguros del tamaño exacto.

       De anda salio a la superficie tras las burbujas que agitaban el agua, “Es hermoso ahí abajo!” grito impulsivamente al mismo tiempo que se arrancaba el visor de la cara. “El agua es muy clara y algunas de las vasijas son muy grandes”! Y la cueva…exclamo moviendo  la cabeza: “se va, se va, se va, es un sistema enorme!  Espera a que la veas!

       Encendí mi lámpara y me ajusté el regulador en la boca mientras que la tibia agua dulce del cenote empezaba a arremolinarse sobre mi cabeza. Era tiempo de revisar por mi misma el inframundo maya, los cocodrilos bien podrían irse al diablo!

       Miles de entradas al Xibalba yacen ocultas en la densa vegetación de la Península de Yucatán. Estas cavernas inundadas son conocidas como cenotes (una corrupción del español que resulto de la traducción de la palabra maya dzonot ), y se forman cuando el agua de lluvia socava las grietas y fracturas de piedra caliza que conforman la península, creando sistemas de cuevas subterráneas. Eventualmente los techos de estos sistemas se colapsan dejando expuesto el acuífero que va de pequeñas cavernas que se enlazan con vastos sistemas de cuevas hasta grandes cuerpos de agua bañados por el sol que pueden llegar a alcanzar profundidades superiores a los 100 metros.

       Estos cenotes no solamente tuvieron la función de servir como entradas al más allá en tiempos prehispánicos sino  que  representan líneas de vida en el presente: en esta tierra sin ríos, los mayas antiguos dependieron de los cenotes como su fuente primaria de agua, lo cual se mantiene hasta la fecha.

       Las grandes ciudades como Chichen Itza y Mayapan, se edificaron alrededor de cenotes que representaban el sustento de la vida. Los cenotes eran también considerados la morada de Chac el Dios de la lluvia. Para asegurar que la lluvia vendría, a Chac le eran ofrendados los más preciados bienes, incluyendo la entrega misma de la vida humana a través del sacrificio ritual.  

       En lo profundo del interior del Estado Mexicano de Yucatán, donde la lengua maya aun es hablada por la mayoría de los habitantes, en pueblos con casas con techos de guano, y donde puede usted encontrar cocodrilos en sus cenotes, pasé una semana acompañando a De Anda, al tiempo que él continuaba su esforzada exploración de los mas de 2,500 cenotes del estado de Yucatán. El profesor, de 46 años y padre de 2 hijos es un hombre de barba entrecana, locuaz y con una energía que nos hace recordar una bujía. Enseña en la actualidad la clase de arqueología subacuatica en la Universidad Autónoma de Yucatán, en la pintoresca ciudad de Mérida, pero alguna vez dirigió la tienda de buceo mas exitosa en el vecino estado de Quintana Roo.  Fue precisamente en los cenotes en donde descubrió por primera vez la seducción del mundo subacuatico de los mayas. De anda cerro la tienda y se integro a  la formalidad de los salones de la academia cuando Francisco Fernández Repetto, director de la Facultad de Antropología de la universidad le pidió que estableciera un centro de investigación en arqueología subacuatica en cuevas en la ciudad de Mérida, que por cierto fue el primero de su tipo en Latinoamérica.

       No hubo ningún cocodrilo a la vista mientras nadábamos rápidamente a través del domo de derrumbe del cenote, que es el producto de la acumulación de sedimentos provocado por el colapso de la bóveda de la caverna. Un poco de luz se filtraba todavía desde la pequeña entrada en la superficie, pero nosotros tratábamos de satisfacer nuestra curiosidad tratando de examinar las paredes y después el fondo de la cueva con los rayos de luz de nuestras lámparas de buceo. Nos detuvimos al final del domo de derrumbe, a unos 40 metros de profundidad, y a unos 100 metros del punto de entrada. Debajo de nosotros la cueva se volvía mas angosta, y se perdía en un tubo de brillante azul etéreo que continuaba hacia abajo por varios cientos de metros. Nos atraía, es cierto, pero no era tan tentador como la promesa de observar artefactos alojados entre las rocas. Aleteando cuidadosamente, nos acercamos otra vez a la pila de rocas del final del domo de derrumbe. La primera cosa que apareció ente mis ojos, fue un gran tiesto de cerámica. De acuerdo a sus atributos parecía pertenecer al Periodo Posclásico (900 – 1500 D.C.) alguien mas agita su lámpara para llamar nuestra  atención con su luz, alrededor de una vasija domestica perteneciente al Periodo Clásico Tardío (600 – 900 D.C.). Poco después aparecieron ante nuestros ojos grandes bloques de piedra labrada que se confundían entre las rocas del domo de derrumbe destacando únicamente por su pulcra forma cuadrada.

       El techo del cenote es muy bajo en algunas partes, y nuestras burbujas empiezan a desprender una gruesa capa de sedimento que se ha acumulado ahí a través de miles de años de historia geológica. Cae alrededor de nosotros como si fueran finos copos de nieve reduciendo rápidamente nuestra visibilidad hasta que no podemos ver más allá de la distancia de un brazo extendido. Lentamente al tiempo que empezamos a salir lentamente del cenote, hacemos el descubrimiento del día cuando vamos justamente a mitad del camino: un pequeño salón a un lado del cual se encuentra el cráneo de un niño y en el centro el de un adulto.




       Pero ¿como es que los cráneos llegaron a este salón? Y ¿el cráneo adulto y la mandíbula, pelvis y otros segmentos óseos que encontramos en subsecuentes buceos  en la cámara principal pertenecen al mismo individuo? Y lo mas importante ¿es este personaje una victima de sacrificio o alguien que se ahogo, o fue producto de un entierro secundario?

       “Parece ser que los mayas consideraban cuando menos dos usos para los cenotes”, dice de Anda, mientras nuestra camioneta rueda en la jungla después de nuestro segundo buceo del día en este sitio. “ En cenotes domésticos de donde la gente obtenía su agua para beber encontraras objetos como vasijas, restos óseos de fauna, y material de construcción. Los restos humanos son generalmente señal de que el cenote fue usado como en actividad ritual (véase “Cenotes de Sacrificio” en éste mismo artículo). “Desde luego no podemos descartar los accidentes”, concede de Anda “pero cuando tienes un cierto numero de individuos, la posibilidad de que sean todos accidentes no parece muy probable”. El Cenote Sagrado de Chichen Itza contiene los restos de cuando menos 120 individuos, muchos de ellos niños, así como adolescentes y adultos dice de Anda, quien esta actualmente analizando los restos óseos provenientes del Cenote Sagrado bajo los auspicios de la Dirección de Antropología Física del Instituto de Antropología e Historia (INAH) de México.  

       De Anda esta bastante seguro de que los muertos en el Cenote Cocodrilo, como lo hemos apodado, no son un accidente. (Para evitar saqueos él me ha pedido no revelar los nombres reales y locaciones de ninguno de los cenotes que visitamos para éste artículo). Los restos adultos encontrados parecen ser hasta ahora los de un individuo infantil tal vez entre los 8 y 10 años de edad y los de un adulto masculino de entre 25 y 30 años de edad. Los huesos del adulto son muy robustos y los dientes están en muy buen estado. Los niños, los prisioneros de alto estatus, y los guerreros, parecen haber sido las victimas de sacrificio para ofrendar a Chac, dice él. La frente del cráneo del adulto muestra también una lesión considerable, y que ya había sanado antes del momento de la muerte. Esto podría indicar que el personaje estuvo involucrado en actividades de violencia intrapersonal y que pudo tal vez haber sido un guerrero. Las cornamentas de venado y los tiestos de cerámica pintada encontrados cerca de los restos humanos pudieron tal vez haber estado asociados a la actividad de sacrificio ritual. En la mandíbula parece haber marcas de corte aunque bien podría tratarse de rasguños provocados por el contacto de la superficie del hueso con el medio ambiente. De Anda no puede llevar la mandíbula al laboratorio todavía para examinarla y confirmar sus sospechas de marcas de corte, hasta que no se lleve a cabo una investigación especialmente diseñada y que ésta cuente con las debidas autorizaciones del INAH. Por el momento el documenta sus descubrimientos y somete sus reportes a las autoridades del INAH que es la institución que vela celosamente por el patrimonio cultural de México.

       De los aproximadamente 2,500 cenotes del Estado de Yucatán de Anda ha explorado aproximadamente 120 desde 1996.

Algunos son tan remotos que puede tomar hasta tres días llegar a ellos. Algunos otros cenotes se encuentran lejos de la superficie, por lo que se requiere usar técnicas de rappel. Estos descensos pueden ser de hasta 25 metros solo para llegar a la superficie del agua y luego esta el asunto de ascender después de haberlos buceado.

       El buceo en cuevas esta considerado como la mas peligrosa de las especialidades de la actividad subacuatica por que los requerimientos para navegar en ambientes sin acceso directo a la superficie y en condiciones de total oscuridad. “Los cenotes pueden ser muy, muy peligrosos si no buceas con el entrenamiento y el equipo adecuados”, dice De Anda, quien es uno de los pocos instructores de buceo en cuevas en la Península de Yucatán. “Debes asegurarte de dejar suficiente suministro de aire para salir del cenote. Incluso algunos instructores de buceo entrenados únicamente en ambientes de aguas abiertas, han muerto en cenotes por que se han quedado sin suministro de aire. No puedes simplemente ascender a la superficie como lo harías en el océano. También es fácil perderse en la cueva y morir. Algunas personas desafortunadamente se aventuran en los cenotes si usar una línea de vida, o remueven el sedimento del fondo y al no poder ver nada, entran en pánico”.

       Debido a la considerable inversión en tiempo y dinero que toma para formar un buceador de cuevas confiable, por no decir nada con respecto a los peligros físicos involucrados en la actividad, el equipo de apoyo de buceo de De Anda por ahora consiste de  solo dos estudiantes de licenciatura certificados en buceo en cuevas, con dos mas trabajando duro para lograr su certificación. Hasta la fecha un total de diecisiete estudiantes han recibido el entrenamiento en arqueología subacuatica a traves del programa de la universidad.

       La principal buceadora de apoyo de De Anda, es Diana Gutierrez Rivera, una pequeña mujer de 25 años de edad con grandes ojos castaños quien sin quejarse en absoluto maniobra a través de la selva con equipo de buceo diseñado para hombres del doble de su tamaño. Mientras tomábamos una sangría una noche después de bucear, le pregunte a Gutierrez, quien esta a punto de iniciar su maestría en antropología, que pensaba su novio acerca de su actividad de buceo en los cenotes. Sin pensarlo contestó “Piensa que estoy loca”.

       Un importante miembro “no buceador” del equipo de De Anda es Dionisio Orozco, un guía de 54 años de edad muy seguro de si mismo y proveniente de un pequeño pueblo maya al Oeste de Mérida. De anda y Orozco se conocieron a través de la Secretaria Estatal de Ecología hace ocho años y han trabajado juntos desde entonces. Orozco parece conocer todos y cada uno de los cenotes que se encuentran en el “monte” que rodea su pueblo, y junto con su sobrino Pedro Tum Ortiz, le proporciona a De Anda la asistencia en superficie que se vuelve critica para los buceadores en este difícil medio ambiente. Es Orozco quien ha guiado a De Anda a uno de sus mas ricos descubrimientos, un cenote que se encuentra en medio del ejido aledaño a su pueblo. El día que lo buceamos se unieron a nosotros dos miembros ocasionales del equipo de apoyo, una pareja de buceadores de cuevas de Florida que De Anda conoció años antes durante una clase de buceo técnico. “Nos enamoramos de este proyecto y nos dimos cuenta inmediatamente de que Memo necesitaba ayuda”, dice Geoff Young, un larguirucho abogado corporativo de hablar suave y claro, quien con su socia la desarrolladora de bienes raíces y fotógrafa Melisa French han ayudado a De Anda a explorar los cenotes durante el último año.




       Este cenote yace en el centro de un asentamiento, en la base de una profunda depresión. Múltiples panales de agresivas abejas africanas, cuelgan en el techo de la caverna exactamente sobre el agua del cenote, por lo que armamos nuestro equipo lejos del sitio, mientras Orozco y Ortiz dirigen a las abejas de vuelta a sus panales ahuyentándolas con el humo amarillo que emana de las latas metálicas que llevan consigo. Para cuando nos dirigimos cuesta abajo hacia el cenote a través de los arbustos la poza que yace bajo el techo de la caverna se encuentra llena del humo que flota sobre ella. Orozco añade magia al ambiente cuando camina sobre la orilla del cenote muy cerca del agua y recita una corta plegaria en maya dirigida a los “dueños” sobrenaturales del cenote, y arroja un guijarro en el agua. Hace esto cada vez que estamos a punto de entrar al agua (Aun para los mayas modernos, estos “dueños” pueden tomar la forma de serpientes llamadas tzucanes, gnomos mayas conocidos como aluxes, o simplemente “malos vientos” propagadores de enfermedades.

       “Una ocasión tuvimos una racha de mala suerte” recuerda French. “Cosas extrañas comenzaron a suceder en los cenotes- cosas malas incluyendo fallas de equipo y lesiones de los miembros del equipo. Ahora nos aseguramos de que nuestros guías mayas ofrezcan una corta oración antes de entrar al cenote. Tienes que recordar que estos son todavía lugares sagrados, y en algunos de estos cenotes puedes sentir ciertas vibraciones.”

       Mire alrededor de la oscura poza cubierta por el humo, en donde no había ruidos excepto por el ocasional siseo de algún regulador o el lejano sonido de las abejas en el fondo. Entonces introduje mi cabeza bajo el agua y pude ver la angosta y oscura entrada hacia la cámara principal de la cueva inundada que se encontraba bajo nosotros a un lado de la poza, obstruida por una serie de estalactitas que se formaron cuando el nivel del agua en los cenotes de Yucatán era mucho mas bajo, probablemente durante la ultima era glacial. El efecto que produce éste acceso es el de estar entrando a una boca abierta y  llena de colmillos. “Lista para bucear dentro de la boca de Chac?” bromea De Anda cuando saco la cabeza del agua.

       En el fondo del domo de derrumbe en éste profundo, y muy sedimentado cenote, nos encontramos con una visión notable: un glifo del Periodo Clásico Tardío (250 – 900 D.C.) grabado sobre una piedra perfectamente cuadrada. Se trata de una fecha: 3 Ix, uno de los 20 días mayas del Tzolkin o Calendario Sagrado. Tal vez es una fecha de entronización o la fecha de construcción de algún edificio; De Anda no puede estar seguro por que el resto del glifo esta rodeado por escombro y es inaccesible. Remover algunas de las rocas para poder acceder a ver el glifo completo esta totalmente descartado. La disciplina de De Anda de “ver pero no tocar”  refleja tanto la sacralidad de estos sitios como la importancia de mantener el material en su sitio para una investigación completa y sistematizada del lugar en un futuro. En este punto todos recordamos también el credo de los buceadores de cuevas: “No tomes nada mas que fotografías, no dejes nada mas que burbujas”.

       Al moverme hacia arriba del domo de derrumbe, empecé a notar un gran numero de bloques y grandes columnas de construcción. De Anda cree que una estructura completa se encuentra sumergida en éste cenote; ya sea que haya estado en la orilla del agua y se haya derrumbado cayendo dentro de ella a través del tiempo, o fue destruida deliberadamente y arrojada al fondo. Los otros artefactos que encontramos parecen apoyar su hipótesis de que el cenote se encuentra en el centro del centro ceremonial de un sitio arqueológico. Hay un gran numero de haltunes (metates usados tal vez para moler maíz) que resultan ser una ofrenda adecuada cuando se buscan los favores del Dios de la Lluvia para beneficiar las cosechas. Identificamos también cráneos de jaguar, huesos humanos esparcidos aquí y allá entre las rocas, un segundo glifo, varias piedras labradas con ornamentos, y esferas labradas, probablemente de una estalactita.

       Este cenote se encuentra al principio de la lista de los cenotes que De Anda tiene planeado explorar después de someter ante INAH un proyecto multidisciplinario para su aprobación y eventual ejecución. El sitio fue recomendado por las autoridades estatales como un  sitio apto para la práctica del buceo, haciéndolo un blanco potencial para los saqueadores, amen de que el interior mismo del cenote es increíblemente frágil. Una aleta errante de un buceador descuidado podría provocar una avalancha en el domo de derrumbe, y a de Anda le preocupa sobre todo la suerte que puedan correr artefactos tales como una delicada vasija del Periodo Clásico Temprano (250 – 600 D.C.), la cual todavía conserva su contenido -  aparentemente orgánico – en su interior.

       Los cenotes presentan un problema especial para los arqueólogos que han pasado ya un siglo tratando de recuperar los artefactos que yacen en el fondo. “Tenemos el terrible ejemplo de lo que paso en el Cenote Sagrado de Chichen Itza, dice de Anda refiriéndose a la asombrosa variedad oro, jade, cerámica e incluso madera, textiles, y hule la mayoría de ellos pertenecientes a los Periodos Clásico Terminal y Posclasico, extraídos por la primera expedición al sitio entre los años 1904 y 1911. “Los artefactos provenientes de éste sitio son muy importantes, pero la gran mayoría de ellos fueron obtenidos por medio del dragado, y por lo tanto están totalmente descontextualizados. Muchísima información se ha perdido”. La considerable cantidad de sedimento, combinada con las condiciones de trabajo en un espacio cerrado y muchas veces reducido no permite que se utilicen técnicas tradicionales de arqueología subacuatica como las que se usan en ambientes de aguas abiertas, mientras que la idea  de desecar los cenotes han tenido también resultados desastrosos. Los geólogos estiman que el agua de los cenotes actúa como un 80% del soporte estructural del cenote: cuando el agua es removida, el cenote puede simplemente colapsar.

       “Existen otros que realmente están ansiosos por bajar al fondo y empezar a excavar estos lugares”, de Anda continua, “pero yo soy uno de esos arqueólogos que dicen “vamos a esperar un poco hasta que tengamos un poco mas de tecnología para hacer bien el trabajo. Lo que realmente tenemos que hacer ahora es llevar a cabo reconocimiento arqueológico de tantos cenotes como podamos y realmente tener una clara idea de lo que realmente tenemos allá abajo”.  Esto incluye la exploración a través del uso de vehículos operados a control remoto (ROV´s) como complemento al reconocimiento llevado a cabo por arqueólogos subacuaticos especializados en estos contextos (Ver Archaeology en línea para obtener mas información del potencial de los ROV´s en la exploración de  cenotes).

       También existe el problema de monitorear 2,500 sitios perdidos en la selva. “Hay quienes argumentan que como no tenemos el poder humano para controlar estos sitios, no debemos ni siquiera ocuparnos de los cenotes y de lo que se encuentra sumergido en ellos”, dice de Anda. En lugar de eso su universidad en conjunción con el gobierno estatal, ha establecido un programa para educar a los guías de turismo en el rol que los cenotes representan en el entendimiento de la historia maya. “Es muy importante que la gente se de cuenta de que algunos cenotes son sitios arqueológicos y que nos permiten acceso a una importante cantidad de información que no puede ser obtenida en los sitios de superficie. Los artefactos en estos sitios deben ser protegidos”, dice de Anda y finaliza comentado: “Los cenotes no son solamente lugares para ir a nadar o a bucear”.  

       A lo largo de la semana buceamos varios cenotes que nos fueron recomendados por la Secretaria Estatal de Ecología, que iban desde cavernas llenas de sol a pozos de la época de la Colonia dentro de algún rancho ganadero con maravillosos salones llenos de colosales estalactitas y estalagmitas y que contienen en sus profundidades cerámica que incluye varios periodos de la historia maya, además de los restos óseos de tres individuos.  

       Aparentemente solo uno de estos lugares es visitado con regularidad por paseantes. Se trata de un oasis escénico muy popular entre personas locales que pasan ahí sus días de asueto, este cenote es una poza lánguida y llena de lirios acuáticos encima de la cual se eleva un gran abrigo rocoso.  De anda sospecha que por la gran cantidad de material de construcción que se encuentra en el fondo del cenote, algún tipo de estructura muy grande – un tempo tal vez – alguna vez se erguía por encima de el.

       Entrar a éste cenote requiere de prácticamente deslizarse a través de un angosto pasaje bajo las escarpadas rocas que sobresalen del agua, a través de una enredadera de lirios y árboles caídos, para entrar a una oscura cueva. Nadando hacia abajo a través de uno de estos estrechos pasajes, trato de hacer una rápida orientación con mi luz: que tan bajo esta el techo? Que tan irregulares son las paredes? Cuantos huesos hay debajo de mi? Entonces en el fondo de la montaña de sedimento, unos 42 metros abajo, la boca de otra imponente cueva se presenta ante mi. Floto enfrente de ella por un minuto, inmóvil, dirigiendo mi luz al negro vacío. Que tan lejos se va esta cueva rumbo al Xibalba?

       Como hemos visto en otros de los cenotes que hemos buceado, la evidencia arqueológica en éste, también parece indicar que fue utilizado para realizar sacrificios rituales: Hay una gran cantidad de restos humanos aquí, así como vasijas funerarias, que sugieren la presencia de entierros secundarios. El rasgo mas fascinante de todo lo que veré en toda la semana – aunque en este momento no me doy cuenta de ello – se encuentra también en éste cenote: algunas piedras y pequeños huesos de algún animal en un  nicho de la pared a unos 6 metros de la entrada de la caverna, y una pequeña vasija cerámica que yace en el piso, cerca de el.    

       Así que viste el altar? Me pregunta de Anda cuando regresamos a la superficie. El sospecha que los huesos estuvieron alguna vez dentro de la vasija y que ésta debe haber fungido como una ofrenda. Cuando le pregunto como es que llego a tal conclusión me menciona la fallida excavación del Cenote Azul en Chincultic Chiapas, en los años 1960´s donde los arqueólogos intentaron bombear el agua del cenote para desecarlo. Antes de que los graves colapsos de las paredes del cenote empezaran a suceder, una serie de – nichos “altares” - sellados con rocas, fueron descubiertos en las paredes alrededor del cenote y a profundidades de entre cuatro y siete metros. Detrás de las piedras yacían vasijas, algunas de las cuales contenían huesos así como pequeñas piedras que le servían de lastre para evitar que se movieran de lugar.

       Esto apoya la teoría de que los mayas no solamente arrojaban objetos y victimas dentro de los cenotes, sino que probablemente también buceaban en apnea dentro de ellos para depositar objetos. Ellos también deben haber temblado de miedo mientras se aproximaban nadando hacia la boca de Chac!

       Mientras desensamblamos nuestro equipo después del buceo, descubro que éste fue el sitio en el cual Orozco tuvo un encuentro con el “dueño” sobrenatural de éste cenote. Orozco cuenta lo que pasó. “De Anda estaba dentro del agua mientras yo esperaba arriba. De pronto escuche algo corriendo a través de la maleza primero y luego en el agua. Era una serpiente grande con una cabeza que parecía la de un caballo. No me espantó  desde luego. Esos animales son los verdaderos dueños de los cenotes”. “No se molestan de que nosotros entremos en los cenotes”? le pregunto. “Mientras entres con buena voluntad no les molesta” me contesta.

       “Que es lo que la gente puede hacer que los haga enojar”? pregunto haciendo mas presión en el tema.

       “Cuando alguien saca algo del cenote, o cuando se sienten amenazados por ti. Entonces te puedes poner muy enfermo”. Dicho esto, Orozco se acomoda un juego de tanques dobles vacíos en la espalda y se dirige a la camioneta.

       De anda explica que el no vio a la serpiente ese día. “Tal vez las criaturas me dejan en paz por que yo siempre estoy con buenas intenciones en los cenotes” dice riendo. “Eso es algo bueno” añade, “Por que ahí en el monte hay otros 2,400 cenotes o algo así, que todavía tengo que explorar”.

       Kristin Romey es gerente editorial de Archaeology. Ella desea expresar su gratitud a la Universidad Autónoma de Yucatán, al INAH México, La Secretaría de Ecología del Estado de Yucatán, y ProMare




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