jueves, 30 de abril de 2015

EXPLORANDO LAS PROFUNDIDADES DE HUIZMALOC

EXPLORANDO LAS PROFUNDIDADES DE HUIZMALOC




Por: Gustavo Vela Turcott

Nuestro equipo de expertos se lanzó a la conquista de un "nuevo" destino probable para la práctica de la espeleología. Conoce los pormenores de esta aventura, a más de 40 m bajo la tierra, en Puebla.

Al llegar a la comunidad de Huizmaloc, Puebla, buscamos quien nos ayudara a conseguir trece mulas para subir todo el pesado equipo que traíamos. Tardamos tres horas en subir los 900 metros de desnivel.

Al fin arriba, montamos el campamento base y organizamos los equipos de exploración, unos para prospección y otros para adentrarnos en Oztotl Altepetlacac, a la que ya en otra ocasión habíamos bajado hasta 40 metros.

Los pioneros
Olga, Pablo y Alan fueron a la cueva a instalar la cuerda hasta el nivel ya explorado y, a través de unos péndulos, llegaron a una ventana que los llevó más abajo y a un pequeño corredor que tomaron hasta caer en un pozo de unos 20 metros con una cabecera muy estrecha, que ya no bajaron por falta de cuerda, mosquetones y tiempo.

En la siguiente bajada, otro grupo hizo otra parte del mapa, Guillaume instaló la cuerda para poder bajar los 20 m de un pozo que por enfrente se alcanzaba a ver una gran sala, continuó bajando, y a la mitad se dio cuenta que había un gran colapso de rocas sostenidas como por arte de magia. Terminó de bajar y vio que estaba parado en otro igual, no encontró otro camino y regresó a donde estaban sus compañeros. Decidieron dejarlo hasta ahí y regresar a la superficie.

Rampas y pozos
Para la siguiente punta de exploración, bajamos Alan, Chibebo y yo. Para llegar a la gran sala, hicimos un péndulo con el fin de acercarnos al otro lado de la pared, después una pequeña escalada y ya estábamos del otro lado. Se abrió ante nosotros una gran sala. Emocionados, buscábamos por todos lados un camino que nos llevara más abajo. Finalmente, en el lado opuesto al que bajamos, encontramos una rampa seguida de un pequeño pozo sin salida. Un poco desilusionados, regresamos a la gran sala e hicimos la topografía, fue entonces cuando nos dimos cuenta que es más o menos rectangular, de 80 m de ancho por 120 de largo y 35 m en su parte más alta.

Un poco de peligro
El siguiente grupo -Marcela, Franco y David- fue directo al salón y encontró otra rampa que daba a un pozo de 25 m; bajaron pero éste se cerró, por lo que decidieron regresar al salón para hacer algunas fotos. Cuando faltaban 150 m para llegar a la salida, todos escucharon agua cayendo, siguieron avanzando y para su mala suerte, estaban a la mitad de una crecida, la tormenta de la tarde los había sorprendido. Franco y Marcela lograron salir, pero David no; pasaban los minutos y nada. Asustados, pensaban que algo malo le había ocurrido. Finalmente, después de una angustiosa hora, salió. Les contó que decidió esperar a que pasara la crecida, pero nunca pasó y se decidió a continuar así. Aliviados, los tres regresaron al campo base.

Hasta el final...
Días después, Olga, Pablo y Alan fueron a revisar de nuevo la sala y el pozo. Para su sorpresa, nuevamente encontraron una ventana a mitad del pozo, bajaron y la cueva siguió hasta una parte muy estrecha al nivel de -500 m. Olga y Pablo lograron pasar por una parte muy estrecha (17 cm) para ver que sí había más camino por debajo de la cueva.

Pasaron los días y unos bajamos a ese punto de la cueva para mover algunas piedras, ampliarlo y poder bajar otros exploradores más. Desgraciadamente, después de un par de viajes, la cueva se ampliaba en los tiros y se estrechaba en la cabecera de los pozos hasta que a los -638 m se cerró por completo, impidiéndonos bajar más y continuar explorando. Al final, registramos una longitud de 1,251 m y necesitamos cinco viajes para sacar toda la cuerda y el material que usamos. El lugar es, sin duda, un destino asombroso que, aún, guarda muchas sorpresas por descubrir...



No hay comentarios:

Publicar un comentario